Es curioso
como al empezar la mañana
uno encuentra mil razones
para quedarse en la cama
y ni una sola que permita
levantar la mala cara
y atender al día
que maltrata las sábanas,
hurga en las heridas,
los cristales los empaña
y revienta los sueños.
¡Qué desgana!
1 comentario:
¡A mí me lo vas a decir! No hace ni dos horas que amanecí y tengo que ponerme a estudiar.
Qué desgana, sí.
Con respecto a la entrada anterior, yo odio los paraguas. Los encuentro como privatizadores de algo estupendo como es la lluvia.
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