Estoy sentado, como un domingo más, delante del ordenador. Pienso mientras intento dejar reposar un poco mi cuerpo de los excesos del día anterior. Recojo las últimas noticias que me llegan del mundo y comparto opiniones con otras personas del mundo (milagro, ¡red de redes!). Escribo también, a ratos, según me apetece (o más bien según me dejan mi cabeza y mi musa). Cada vez veo como se desgrana un fragmento más de este domingo que precipita irremediablemente a un nuevo inicio de semana. Semana en la que tendré que volver a madrugar, a estudiar, a jugar al rugby... en definitiva, a vivir. Va mi pensamiento entonces en pos de una idea (cuál gigantesca bola de piedra rodando tras el intrépido "Indi", sólo que, a diferencia de esta, la idea no puede apartarse), la propia vida. Puede resultar un poco ambiciosa, por eso la disecciono, separando uno de sus tejidos para estudiarlo. Cojo pues la vida de las personas para examinarla y, por seguir siendo demasiado amplia, decido que quizá sea más curioso el uso que la gente le da a la vida. En concreto, ese uso particular que consiste en pisar al prójimo como si no pasase nada.
¿Por qué lo hacemos? No cabe duda de que, como todo, se puede remitir a un fin último, la felicidad. Unos pisan por obtener la felicidad y otros no lo hacen. ¿Diferencia? Considerando mi caso (no me parece que deba contarme en el primer grupo) obtengo, curiosamente, la particularidad humana como respuesta. Yo no piso, pero no por tener reparos, por miedo a represalias o por ser lo "bueno", sino porque no haría feliz. No considero que pisar a alguien fuera a mejorar en algo mi felicidad ya que, de otro modo, ya lo habría hecho. Quiero la felicidad por encima de todo y todos, sí, pero mi felicidad viene con la felicidad del resto, no con hundirles.
Así pues, ¿en qué consiste tu felicidad?
¿Por qué lo hacemos? No cabe duda de que, como todo, se puede remitir a un fin último, la felicidad. Unos pisan por obtener la felicidad y otros no lo hacen. ¿Diferencia? Considerando mi caso (no me parece que deba contarme en el primer grupo) obtengo, curiosamente, la particularidad humana como respuesta. Yo no piso, pero no por tener reparos, por miedo a represalias o por ser lo "bueno", sino porque no haría feliz. No considero que pisar a alguien fuera a mejorar en algo mi felicidad ya que, de otro modo, ya lo habría hecho. Quiero la felicidad por encima de todo y todos, sí, pero mi felicidad viene con la felicidad del resto, no con hundirles.
Así pues, ¿en qué consiste tu felicidad?
2 comentarios:
Yo no piso. Y creo que es por la misma razón que tú. No encuentro satisfacción en joder al prójimo porque sí, para alzarme como poseedora de una supremacía que no me interesa.
mi felicidad consiste más bien en esas cosas estúpidas que normalmente se pasan por alto. Y ni los millones ni la gloria está en esa lista.
PD: Lo cambiaaaaaste!
Totalmente de acuerdo estoy con lurilla y contigo.
Aunque seas un viejo, tu blog está muy bien :)
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