sábado, 16 de mayo de 2009

Lluvia

La lluvia... ¿Qué decir de la lluvia? Pues lo primero, pasaré por obviar todo ese rollazo de la condensación y el ciclo del agua, que ya está muy trillado. A modo personal, ya que hoy la inspiración me abandonó (bueno, vale, no, me pilló a las 2 de la mañana, pero ya pasó), sólo diré que me gusta la lluvia siempre que a) no me pille con papeles o cualquier otra cosa encima susceptible de ser destrozada por el agua b) no le dé por acudir a mis ojos de forma totalmente deliberada. Es bastante vivificante ir por el cerro (lugar más próximo a "la naturaleza" al que suelo acudir, carencias por ser urbanita declarado)con el mar a la diestra chocando contra el acantilado, un cielo engalanado con una capa negra, el concierto de los dioses que de vez en cuando se escapa en forma de truenos, los rayos recordando la fragilidad de lo terrenal y el agua chorreando por el rostro y la ropa (no es recomendable si no queréis una bronca y un "podías haber pillado un catarro", pero yo me considero impermeable, el agua no cala la piel). Fuera de eso, sólo me queda despotricar porque parece que me tiene manía. Los últimos dos días lleva haciendo bastante calor y yo, que hasta en invierno voy en manga corta, ni corto ni perezoso salgo igual. Pues parece que los elementos se conjuran, y cada vez que salgo al aire libre (de casa, del examen, de una cafetería, de jugar al risk...) se pone a llover. El dios de la lluvia, definitivamente, me odia.


Yo me pregunto dónde está, ¿dónde está tu felicidad?

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