sábado, 13 de diciembre de 2008

Todo por la patria

Los contendientes estaban unos frente a otros mirando cada un a su homólogo, la lluvia caía incesantemente empapando la ropa de unos y otros, dificultando la visión y el avance, y el frío glacial atenazaba los músculos y dejaba las manos tiesas y agarrotadas. Todo hacía presagiar un mal comienzo y así fue: a cada placaje esperabas no saltar en pedacitos como una estatua de hielo, y el balón resbalaba de un lado a otro sin gran orden ni concierto, y al fin, llego a mis manos...

Hora y media después, compartiendo chanzas y sin acusar milagrosamente las menos de seis horas de sueño que había tenido la noche anterior se ponía rumbo de vuelta a casa.

Y para el día antes de reyes, para que vean lo bueno que he sido, toca placar de nuevo.

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