martes, 9 de diciembre de 2008

Insanidad crónica

A pie de calle tenemos hoy en nuestra comunidad el debate de la medicina y, como siempre, no hay forma de llegar a un acuerdo. Por un lado están los que abogan por el señor Quirós (ya que el título de doctor a mi entender le va un poco sobrado a alguien que no ha pisado una consulta), defienden el que los médicos trabajen más y mejor porque, como no podía ser de otra manera, unos profesionales que han tenido que formarse durante más tiempo que cualquier otro en nuestro país (por mucho que le pese a cualquiera de los individuos que se reafirman en su idea de que debido a poseer unos sueldos “exorbitados” deberían saber lo que es trabajar) y que no por ello reciben cierto respeto (en esto hay que reconocer que no ostentan diferente gradación a la mayoría de trabajadores) ni consideración. Por otro lado tenemos a aquellos que se consideran satisfechos con sus médicos y les apoyan en un acto de confianza loable. Podría parecer desde fuera una conducta lógica el pensar que ofrecer mejores servicios a los ciudadanos es un objetivo a seguir, y por supuesto que es así, lo que pasa es que es pecar de demagogia el intentar vender unos cambios que reducen el número de médicos y provoca el resquemor y resentimiento de unos empleados que, en general, están bastante comprometidos con su trabajo y que además tratan de formarse en su tiempo libre (sí, para algunos 10 años no son suficientes). No pienso juzgar si la intransigencia es algo por lo que se pueda culpar a una persona o no, pero lo que está claro es que si se pretende tratar este tumor que aqueja a la sanidad y copa las listas de espera parece que es necesaria la dimisión pedida por la gran mayoría de los profesionales del sector.


Con cariño y respeto para el querido consejor de sanidad asturiana que como tanto se comenta ha conseguido lo que nadie antes, poner de acuerdo a la gran mayoría del profesional sanitario con unas medidas que no favorecen a nadie, como quedó claro en el manifiesto (no, no es el comunista) firmado en atención primaria. Espero que no se sienta ofendido con mis impresiones sobre el tema y que, sobre todo, no llegue nunca a ejercer en el País Vasco, al menos no creo que allí se entretuviera en pasar por el congreso a narrar sus presiones y amenazas de camino a la comisaría de policía más cercana.

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