Lo que van a leer a continuación está basado en hechos reales, y digo esto por no decir que es simplemente un relato de una pequeña anécdota de ayer, que me llamó poderosamente la atención sobre en dónde y con quién vivimos:
Había salido de casa corriendo porque para no variar llegaba tarde. Tampoco era muy tarde, unos dos o tres minutos, no más, pero lo suficiente para poder perder un autobús, a cuya parada me dirigía (luego vería que el correr había sido inútil, pero esto ya es otra historia). Tras los correspondientes cincuenta metros de carrera que me separaban de la calle de la parada, y en donde pude comprobar que el bus no tenía intención de aparecer al menos antes de que me diera tiempo a llegar, paré un poco y subí caminando tranquilamente, buscando con la vista a la persona que presuntamente debía estar en la parada, aunque aún estaba demasiado lejos. No había dado ni diez pasos cuando escuché a un niño proclamar a voz en grito "¡No existe!" con pleno convencimiento unos metros delante de mí. Lo miré con curiosidad, intentando intuir de donde venía tanto énfasis, cuando llegó la respuesta de la madre de igual intensidad, y que me dejó aún más sorprendido que la aseveración del infante "Bueno tío, si no te da la puta gana de creer en Dios tú mismo". En ese momento yo estaba rebasando ya a ambos, pues caminaban en sentido contrario, y antes de darme tiempo siquiera a soltar una sincera carcajada ante lo absurdo de la situación el niño decidió concederme una risa más y dio la puntilla "Se puede decir eso sin palabrotas mamá".
Sólo me queda decir que le doy un diez al niño, a la madre cada cuál lo suyo.
3 comentarios:
Qué grande ese niño, ¡dios! Un diez para el muchacho.
Un aplauso para el niño, que esta muy feo enseñar palabrotas a los crios y bueno cada cualq ue crea en lo que quiera
lol me acuerdo que me lo contaste xDD que gracioso el niño
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