Sonreí con aquella que era una de las pocas reflexiones del día. Sí, los domingos son días para reflexionar (por eso en gran medida son odiosos, aparte de otro sinfín de razones), pero hasta entonces por el sencillo método de la lectura y algún que otro juego de ordenador se las había apañado muy bien para eludir su responsabilidad, tanto la escolar como la mental, sin embargo, la segunda era más difícil de mantener.
De este modo llegó el recuerdo, y con el recuerdo llegó la reflexión que, sin embargo, esta vez no era demasiado temible. No le obligaba a la abstracción de la muerte y el más allá, lo cuál podía provocar una sensación de vértigo y desánimo bastante notable; tampoco caía en el tema de las relaciones humanas, que tampoco conseguía un efecto mucho mejor en cuánto a su actitud, sino que recaía en las curiosidades acerca de esta especie dominante.
“Hasta entonces había sido así, ahora no lo es porque no queremos”. No plantearé la frase íntegra porque delimitaría demasiado el ámbito aplicable y por tanto sería como señalar con el dedo. Antes de nada, el que fuera así en un principio es algo bastante dudoso y digno de consideraciones, es cierto que la situación era diferente pero no está claro si llega al punto que exhibe el interlocutor antes mentado. Por otro lado, cabe reseñar también el poder que en este caso nos otorgaba para poder volver al estado anterior. No puedo más que dudar de esto ya que, al margen de que tampoco se muestra el ser humano, al menos en este caso, a volver al estado de partida, el tiempo pasa para todo, y a su paso sobrevienen los cambios, algunos irreversibles.
¿Podría considerarse este caso como un autoengaño? ¿Hasta que punto podría ser cierto? ¿Tiene algún sentido cuestionarse las rarezas en vez de vivirlas?
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