martes, 5 de enero de 2010

Crimen y castigo

Este es el título del último libro del año. El último que pasó por mis manos y, a decir verdad, es totalmente recomendable a cualquier no conozca al amigo Dostoyevski (y probablemente al que lo conozca también). Una prosa vibrante, en mi opinión lo más destacable es su capacidad para provacar la tensión en el lector. Cada vez que se lee una línea parece que va a haber una avalancha de acontecimientos, lanzandote a devorar con avidez cada una de las páginas del libro. Podría tratar de venderoslo de muchas otras maneras o con argumentos diferentes, pero tan solo diré que merece la pena.

El asunto que viene ahora a colación es el tema central del libro. ¿Sería capaz de matara una vieja con un hacha? ¿Sería capaz de matar a una vieja rica y totalmente despreciable con un hacha? Y, de hacerlo, ¿Cuál sería el motivo?
A las primeras dos preguntas, la respuesta es un sí con peros. El primero, diferenciar la convicción actual de que me veo capaz de ello, y la hora de la verdad, que suele ser bastante más cruda que las imaginaciones y tribulaciones que pueda hacerme al respecto. La segunda, que no conozco a ninguna usurera ni vieja de semejante calaña, y aún menos con semejante capital guardado en casa como tenía aquella vieja. En fin, de tener que decantarme por una de las posibilidades, imagino que sería capaz de atesorar la suficiente sangre fría para tal acto. El único pero que se podría poner es que mi amor a la vida, a la vida y a la libertad, pues sin libertad es menos vida. Y no creo que nadie me fuera a poner alfombra de plata como a Raskolnikoff.
En el lado contrario tenemos, como ya pregunté, la razón. El dinero en sí mismo es una razón poderosa. La posibilidad de contar con un capital más que notable y despreocuparme o poder emprender alguna empresa que haya soñado parece sin duda tentador. El dinero siempre ha movido a hombres poderosos a bajezas sin nombre, pese a que yo no sea un hombre poderoso. ¿La búsqueda de un mundo mejor entonces? Veo este motivo harto improbable. De hecho, tan improbable que demasiada poca gente mataría a un hombre (o mujer) malo por el mero hecho de serlo. Valdría más a este efecto el desprecio que dicha persona me inspirase. Pese a que varias veces esta idea me ha rondado la cabeza, nunca con suficiente fuerza.
Así pues... ¿suficientes motivos? Probablemente en conjunto sí.
Conclusión: el que me recomendó el libro tenía razón, es con dieciocho años cuando se entiende la idea de abrirle la cabeza a una vieja con un hacha.

1 comentario:

Odradek dijo...

La conclusión es la hostia, pero no lo hagas xD