miércoles, 1 de julio de 2009

Metalway II

Segunda entrega de esta serie de disparatadas aventuras heavys por las altas tierras del reino de Aragón.

Domingo 21:
Dormir. Importante para la actividad humana, tras lo destrozados que acabamos en el concierto de Barón Rojo no nos quedó otra alternativa, y visto que la lista de primera mañana incluía the cannibal queen, lauren harris, heaven's basement y lita ford, nos llamó más la atención quedarnos en las proximidades de la tienda y sobrevivir a base de comer, beber y descansar. A las tres y algo fue cuando decidimos emprender la marcha, ya que se acercaba Saxon. Un concierto de Paradise Lost en segunda fila fue lo primero que vimos, y que nos hizo desear no haber ido, realmente, por lo insulso y pesado del espectáculo. Después descubrimos que no tocaban Saxon, sino que era Jon Oliva's Pain el grupo elegido. Tras descubrir que era prácticamente Savatage, sólo que con distinto nombre, la cosa no pintaba tan mal. Por suerte, en esta ocasión se cumplieron nuestros presagios y "El aceituno", como fue apodado por nosotros, dio un buen concierto. No hay queja de él, animado, entretenido, y una de las pocas alegrías que nos daría aquél día. Para ese momento, ya había pasado de la segunda fila inicial a una primera, en la que éramos "amigos" de nuestro vecino de la derecha, que hasta nos había dado vino. Me marche un rato antes de que empezara Opeth, dejando a casti en mi sitio, ya que necesitaba aire. No pude, sin embargo, volver más allá de la quinta fila. Es increíble como el tedio que nos resultó Opeth pudo acercar a tanta gente al escenario. Sin embargo, tras acabar estos logré, con ayuda de casti, llegar a donde estaban ellos. Allí, nos cedió nuestro ya alcoholizado vecino su sitio para ver a Warcry. El grupo en sí estuvo bien, pero no me parecieron nada del otro mundo, y el fallo principal lo vi en un tracklist que incluía demasiadas canciones de discos nuevos. La frase "La quinta esencia, la primera mierda" ejemplifica a la perfección el sentimiento de muchos de nosotros, y sufrimos nuestra ración de canciones destrozafans. Acabado Warcry, el querido Rafabasa llegó a decirnos que Fear Factory, el grupo por el que había estado todo el día aguantando en primera línea, habían decidido cancelar el concierto y "todos los otros conciertos" avisando una hora antes. Jodienda brutal. Ya que estamos en primera fila, decidimos quedarnos para ver a Heaven & Hell y Saxon, que tampoco pintaban tan mal, pese a haberse perdido gran parte del aliciente para mí. Pasa la media hora de rigor y algo más, y se ve que empiezan a recoger un poco el escenario, despacio. Una ambulancia en el lado derecho del escenario, y nadie sabía nada ni decía nada. El público se empezaba a enfadar, y la tensión crecía. Mi mala leche iba en consonancia con la del resto de personas, aunque se veía bastante atenuada por el cansancio. Momento de extrañeza, una púa pasa volando por delante de la primera fila y va a pararse a poca distancia a mi izquierda. Yo digo "casti cógeme", casti dice "yo te sujeto", ninguno oye al otro pero al instante siguiente estoy volando por encima de la valla sujeto por los tobillos, para pasmo de las dos chicas que tenía a mi izquierda, y medio segundo más tarde, con la púa en la mano, me impulsaba de vuelta arriba. Púa de Black Sabbath (véase Heaven & Hell). Unos minutos más tarde, con el escenario ya deshecho, aparecía Rafabasa diciendo que se había lesionado la espalda el guitarrista, y que esperaban noticias. Un rato más tarde, y tras una serie de cánticos bastante despectivos, entre los que se contaban "rafa da la cara", "que salga rafabasa" o el manido "hijos de puta", salió acompañado por Heaven & Hell diciendo que no tocaban. Lo cuál, tanto por el escenario ya desmantelado como por la batería de Saxon detrás, ya se intuía. A falta de los dos cabezas de cartel, decidimos quedarnos al concierto de Saxon, que estuvo bastante bien, aunque no sirvió para compensar las dos carencias. Vuelta tras esto a la tienda a dormir, sin muchas más anécdotas por delante.


Lunes 22:
Cuarto día en el desierto, primer día sin conciertos. Arriba a la hora que nos dio la gana, vamos a desayunar a la carpa, que al menos no tira el aire. Es curioso vernos a nosotros con cereales, leche y galletas, y otros con calimocho y cervezas, qué mal repartido está el mundo, pero enfin. Decidimos algo más tarde bajar a Zaragoza, a ver qué había por allí, así que coche al canto y rumbo a la civilización. Increíblemente, minutos más tarde estábamos aparcados (habiendo dejado a Jimy en la estación) entre edificios. Hicimos una compra para sobrevivir con algo de comida, ya que el camping gas con el viento existente no era muy recomendable. Lo siguiente fue adquirir unos tapones para los oídos que nos libraran de grupos como Opeth, al mismo tiempo que preservaran la integridad de nuestros malheridos órganos auditivos. Lo siguiente fue visitar la Basílica del Pilar, y dar una vuelta por el centro. Tras una breve visita a la oficina de turismo, decidimos ver qué tal era la playa de Zaragoza. Sorpresa nuestra, era una "playa", véase charca de pago con algo de arena. Decidimos ir al día siguiente, y vamos a un parque a hacer el ganso y comer. Resulta que al lado hay una piscina con jornada de puertas abiertas justamente ese día. Se ilumina la bombillita, casti y javi van a buscar a Vilches y Andrea mientras Diego y yo vamos a una óptica, a una cafetería y vegetamos un rato. Entramos más tarde en la piscina, un buen baño, un buen póker y a las 9.30, cuando cerraban, fuera. Acabamos haciendo un camping gas en el parque para cocinar unos macarrones. La escena era totalmente típica de unos vagabundos, y poco más que eso debíamos parecer. Tras comer, subió casti con javi a vilches y andrea, mientras diego y yo vegetábamos un poco de noche por allí, y más tarde nos llegó el turno. Tras beber un poco por la carpa de noche, finalmente fuimos a dormir.


Martes 23:
Al siguiente día hicimos un descenso de nuevo a la piscina. En él, por el camino, dejamos a Vilches y Andrea compramos comida, comimos bocadillos y cosas de esas que se suelen hacer. Es agradable sentirse parte de la ciudad. El día pasó entre agua, alcohol y bocadillos, sin noticias destacables.


Miércoles 24:
Su parecido con su homólogo anterior es asombroso. La diferencia fue que esta vez no tuvimos que dejar a nadie en la parada del bus. Fuimos a ver el partido de España después de la piscina, cuyo resultado nos dejó con cara de gilipollas, aunque con un poco de cerveza en el cuerpo lo superamos. Al menos variamos un poco y cenamos unos macarrones, al contrario que el arroz del día anterior. El póker iba ganando enteros. De hecho, la noche de ese día la pasamos jugando al póker con unos extraños. Destacaré que en esa partida, aparte de ser el nuevo, que aparentemente sabía, el primero en irse, gané yo. Calimocho de por medio, nos fuimos a dormir hasta el día siguiente.


Jueves 25:
Y llegó la víspera de los conciertos, de nuevo. Estábamos más o menos recuperados del fin de semana pasado, pese a que el calor impidiera dormir más allás de las 10 de la mañana, o tirando por lo alto las 11. Decidimos entonces bajar a ver la catedral. Muy bonita por fuera, diego y yo escogimos no pagar los 3€ de entrada, que parecían abusibos. En su lugar fuimos al merkadona, a comprar algo de comer. Hinchada a galletas más tarde, salieron casti y javi de la catedral, y con apenas un cuarto de hora de descanso visitamos el buffet libre. Allí, con diego pasando de comer, nos alimentamos para prácticamente todo el fin de semana (tanto por la cantidad que comimos como por lo que comeríamos más tarde). Diego robó un trozo de pizza de la que nos íbamos, y tras salir de allí fuimos a vegetar delante de la catedral, en la que el número 4 del reloj, en latín, rezaba de la siguiente forma IIII. Superando esta atrocidad para la vista, volvimos al campamento a ver si habían llegado gabi, andrea, mara, yoshi y jimy, pero tardó bastante tiempo en suceder su presencia. Tras esta, a los cinco minutos volvimos a la piscina. Salimos de allí limpios, aunque no nos serviría de mucho, y volvimos al campamento. Allí nos esperaban andrea, gabi y jimy mojados, los dos últimos algo y muy alegres respectivamente. Jimy fue arrojado por gabi y por mí al agua de nuevo, y luego nos pusimos a beber calimocho y cerveza antes de cenar. Cenaríamos después, y el vodka palero que horas antes compráramos bajaría de forma rápida y nada discreta gracias a mí. Eso, sumado a un pique de vino que terminó en beberse cachis a dos tragos la unidad, provocó que acabara dejando mi hígado en el metalway. Acostándome a las 3.30 de la mañana (al contrario que diego, javi y jimy, que hasta las 5 o así no volvieron de unas ruinas raras, y un poco después que casti), murió el día.

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