miércoles, 14 de marzo de 2018

Quiero



Quiero besar tus lágrimas, aplastarlas contra tus mejillas con mis labios. Cortar su atrevida y alevosa caída en una caricia silenciosa. 

Quiero acercarme, tocarte, levemente tan solo, y dejar que mi rostro sean las palabras, que lo sepas, y de mi boca se escape un susurro poco inteligible de lo que dicen mis ojos, tan solo dos palabras.

Quiero enredar mi mano en tu pelo, apartarlo de tu cara, para que tu luz me ilumine. Para que, cuál espejo, la sonrisa que enciendes en mi rostro se refleje en el tuyo, tímida y preciosa.

Quiero abrazarte, estrujarte entre mis brazos, y que mis caricias, mi pecho, y el ronco latido de mi corazón te digan que estoy ahí, que te tengo y no te voy a soltar. Que todo está bien, ya está bien.

Quiero, contigo, tan solo un instante que dure para siempre.

lunes, 12 de febrero de 2018

Abrazo el dolor


Abrazo el dolor, ese pequeño punto amargo que tiene cada sentimiento. Abrazo lo que me cuesta cada vez que separamos las manos, y como las puntas de los dedos se engarfian, intentando enquistarse en una caricia perenne. Abrazo las despedidas, como beberse el último trago ácido de la sidra, apurando hasta el instante más amargo de ella. Mis ojos abrazan a los tuyos, buscándolos, encontrándolos, clavados unos en otros, con un deje de pena anticipando su ausencia. Abrazo como se separan los labios, el último beso, el más largo, el más apurado, saber a miel a hiel, a clavo, eneldo, fresas y cicuta. Ese que nunca baja, nunca se traga, se queda anclado en la garganta, anudando las cuerdas vocales, volviéndolas aún más torpes, aún más sordas. Asumo y odio por igual esos instantes en que se va disolviendo, esos instantes en los que ya te has ido. Esos instantes en los que tu recuerdo es más vívido, pero aún así no puedo tocarte. Esos instantes en los que una canción me recuerda a ti, con el sonido del motor arrancando y los neumáticos poniendo más distancia entre nosotros. No puedo más que abrazar esos instantes, porque con cada aguja que agujerea la piel los sentimientos se asientan. Porque no hay perfección si no hay ausencia, no se puede apreciar si no ha faltado. Porque, sin la despedida, no sabría tan bien ese primer beso apurado nada más verte, seguido por otros trescientos, para empezar. No me sentiría tan bien cuando te adivino con la mirada, no te estrujaría hasta tener que renunciar a que nos fundamos de verdad, solo para reintentarlo la siguiente. No sabría que merece la pena cada instante que puedo estar a tu lado.

lunes, 29 de enero de 2018

Una nueva canción

Hace poco me preguntaste cuando te iba a dedicar un poema. Realmente llevaba tiempo con ganas de escribir algo, pero no encontré el momento, supongo que ahora lo es. Realmente no sé hacerme de rogar (ya lo irás viendo si me aguantas) y tampoco quería en este caso, solo espero que te guste.

Las sensaciones están a la vuelta de la esquina,
cuando menos lo esperamos.
Se acurrucan en lo más oscuro cuando las buscamos:
cierran la puerta, echan el pestillo, tiran la llave.
Sin embargo, cuando nos olvidamos de buscar,
cuando hemos dejado la esperanza en casa, en el rincón del paragüero, porque decían que no iba a llover,
cuando decidimos aceptar y no esperar,
ahí, la mirada se vuelve más limpia, más aguda.
Se entona, acertando remolonamente la nota, casi sin querer y a última hora.
La cuerda, tensa, casualmente afinada, se escapa y vibra, y algo resuena.
A esa nota la siguen otras, a veces rápido, a veces despacio.
Por momentos se enlentece tanto que parece que se va a quedar en silencio, el corazón da un pequeño vuelco, y de esa tensión acumulada nace una nueva nota, limpia.
No es la canción que esperabas. No es la canción que llevas años escuchando, tantos que casi aborreces.
Tampoco la canción del verano, que la escuchas quieras o no, y apenas dura unos meses y se va de tu vida para siempre.
No es ninguna canción que conoces, pero es la canción que quieres escuchar.
Es la que pones una y otra vez, la que tarareas sin darte cuenta cuando estás distraído, la que pones en el móvil antes de entrar en la ducha.
Una canción, como todas, con altos y bajos, con su estribillo y su letra.
Te dedicas a apreciar cada parte de ella, a disfrutarla.
La letra la vas aprendiendo sola, sin prisa, simplemente a base de escuchar sin analizar, de recrearse en cada sonido.
Y, con suerte, algún día aprenda a tocarla.


No es lo que quería escribir, ni lo que pensaba escribir, pero eso muy pocas veces lo decido yo. No sé si realmente te va a gustar, pero, sea así o no, de alguna forma siento que es acertada.